Aprendizaje metacognitivo.
La metacognición puede entenderse como las instrucciones que
nos damos a nosotros mismos sobre cómo realizar una tarea de aprendizaje
concreta, mientras que la cognición es la forma en que realmente la hacemos.
Aunque la metacognición se ha estudiado desde diferentes
disciplinas, la mayoría de las investigaciones identifican dos elementos
esenciales (conocimiento y regulación) que, según Schraw et al. (2006), tienen
tres subcomponentes cada uno de ellos:
Conocimiento metacognitivo
Es lo que saben los estudiantes sobre sus propios procesos
cognitivos. Por ejemplo, “sé que la analogía con el sistema solar me ayuda a
entender el modelo atómico de Bohr”. Incluye:
1. Conocimiento declarativo (saber qué): incluye el
conocimiento sobre uno mismo como aprendiz y los recursos y factores que
influyen en el rendimiento. Por ejemplo, si nos cuesta recordar una información
podemos utilizar estrategias para compensar esa dificultad.
2. Conocimiento procedimental (saber cómo): se refiere al
conocimiento sobre las estrategias que podemos utilizar durante las tareas. Por
ejemplo, tomar apuntes, resumir la información relevante, plantearnos preguntas
para recordar la información, etc.
3. Conocimiento condicional (saber cuándo y por qué): hace referencia
a saber cuándo y por qué utilizar una determinada estrategia.
Regulación metacognitiva
Son los mecanismos de control de la propia cognición que
ayudan al desarrollo de la tarea y al aprendizaje. Por ejemplo: “como no acabo
de entender el enunciado de la primera ley de Newton, lo reescribo con mis
propias palabras”). Incluye:
1. Planificación (qué estrategias utilizar): son actividades
anticipatorias que nos permiten abordar la tarea. Por ejemplo, el
establecimiento de metas, la activación de conocimientos previos o asignar el
tiempo requerido a la tarea.
2. Supervisión (cómo lo estoy haciendo): es la conciencia
sobre la comprensión de la tarea y el desempeño durante la misma. Por ejemplo,
comprobar si el progreso durante la tarea está en consonancia con los objetivos
de aprendizaje identificados o retomar la lectura de un texto si se cree que no
se ha entendido.
3. Evaluación (¿debería cambiar las estrategias?): es la
valoración de los productos obtenidos y de los propios procesos de regulación
del aprendizaje. Por ejemplo, interpretar los resultados obtenidos y
reflexionar sobre el proceso de aprendizaje puesto en práctica.
Podemos concluir que la metacognición permite al estudiante
elegir la mejor forma de realizar una tarea. Asumiendo, por supuesto, que no
siempre hemos de utilizarla porque algunas acciones se acaban automatizando. Y
cuando la utilizamos, las dificultades tienen que ser las adecuadas. Como
veremos luego, las estrategias metacognitivas pueden aplicarse en contenidos de
cualquier materia, aunque su dominio depende del contexto, es decir, un
estudiante puede mostrar buenas habilidades metacognitivas en unas tareas o
materias y débiles en otras. Pero antes de adentrarnos en las estrategias
concretas, conviene analizar algunos estudios sugerentes sobre el desarrollo de
la metacognición que provienen de la neurociencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario