Aunque la gran distinción filosófica entre la mente y el cuerpo en el pensamiento occidental puede ser rastreada desde los griegos, es en la obra fecunda de René Descartes (1596-1650), matemático, filósofo y fisiólogo francés, al que debemos la primera explicación sistemática de las relaciones entre la mente y el cuerpo. Descartes nació en Tourain, en la pequeña ciudad de La Haye y fue educado desde la edad de 8 años en el colegio jesuita de La Flèche. En La Flèche, Descartes adquirió la costumbre de pasar la mañana en la cama, entregado a una meditación sistemática. Durante estas meditaciones, fue impresionado por el agudo contraste entre la certeza de las matemáticas y la naturaleza polémica de la filosofía, y llegó al convencimiento de que las ciencias debían producir resultados tan ciertos como los de las matemáticas.
Según avanzaba el siglo XIX, el problema de la relación entre la mente y el cerebro fue cada vez más apremiante. Era tan profunda la preocupación por las relaciones mente/cerebro que es difícil encontrar un texto sistemático escrito antes de 1860 que no contuviera alguna discusión sobre el tema. Esta preocupación está directamente reflejada en los dos temas que convergen para obligar a filósofos y psicólogos a enfrentarse con la cuestión central del problema mente/cuerpo. El primero de ellos es el progreso en el conocimiento de la localización de las funciones cerebrales, basado en la idea de que el cerebro sirve como órgano de la mente. El segundo concierne a la progresiva familiaridad con la tesis de que los fenómenos mentales -creencias, sugestiones mentales, estados de trance mesmérico, traumas psíquicos, etc.- producen algunas veces alteraciones radicales en el estado del cuerpo. Este cambio se suscitó como consecuencia del progreso en la comprensión de la naturaleza de los desórdenes nerviosos funcionales.
Así, tomando prestada una metáfora de Fechner, Lewes caracterizó la relación de la mente con el cuerpo como una curva que mantiene su identidad como una línea simple aún cuando esté caracterizada en cada punto por la concavidad y la convexidad. Los procesos mentales y físicos, en otras palabras, son simplemente aspectos diferentes de una única y la misma serie de fenómenos psicofísicos. Cuando se ven desde un punto de vista subjetivo (p.e. cuando alguien está pensando), la serie psicofísica es mental; cuando se ven desde un punto de vista objetivo (p.e. cuando alguien observa lo que sucede en el cerebro pensante de una persona) es físico.
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