Se le conoce a la plasticidad cerebral como aquella capacidad que tiene la estructura cerebral para modificarse con el aprendizaje, y depende fundamentalmente de dos factores: la edad y la experiencia vivida.
Influencia de la edad en la plasticidad cerebral.
La plasticidad cerebral es máxima en los primeros años del neurodesarrollo, cuando se adquieren los aprendizajes imprescindibles para la adaptación al medio (desplazamiento, comunicación, interacción social). Pero no es infinita, ya que está ligada a períodos críticos durante los cuales el cerebro está óptimamente preparado para adquirir una nueva función.
La mayoría de los niños aprenden a percibir su entorno, a andar, a hablar y relacionarse de forma espontánea. No precisan de una enseñanza activa, basta un medio que le permita desplazarse, oír, contemplar como los demás se relacionan, para que aprenda estas habilidades. Cuando su cerebro tenga maduras las estructuras necesarias para “soportar” cada una de estas funciones, simplemente las incorporará.
Influencia de la experiencia en la plasticidad cerebral.
El aprendizaje es una cualidad humana presente durante toda
nuestra vida, aunque nuestra capacidad de aprender disminuye con la edad. Las
habilidades prescindibles para nuestra supervivencia como especie no se
adquieren espontáneamente, sino que requieren un esfuerzo activo para su
aprendizaje. Pueden aprenderse a cualquier edad, siempre que estén maduras las
estructuras cerebrales necesarias para realizarlas.
El aprendizaje humano es un proceso extraordinariamente
complejo que se prolonga toda la vida.
Aunque nuestro cerebro es un órgano asombroso cuyo dinamismo
nos permite adaptarnos a múltiples medios y situaciones, su plasticidad está
limitada por la edad y la experiencia.
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